en acto
el nítido fulgor de la estrella
que a los ojos del muerto
cuanto toca embellece,
la rosa primitiva de la ausencia
se quema entre las manos oferente
es el rayo la espina
el agua roja encarnadura que recoge
los tallos del frío, sucias puyas
de exactitud en mitad de las vértebras
en potencia
bebo en la noche rota el cáliz
de la sangre compartida, hueso sin médula,
a la pureza de un aroma vistes
con desnudez de dioses escondidos
más dulcemente tiemblan unas flores
cuando el dolor del hombre grita
en las campanas del vacío
Pintura de Joan Miró |
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